Los primeros rayos de luna se asomaban en aquella noche fría. Yo, esperando en el café que solíamos frecuentar, me pregunto cuánto tiempo tardarás. Miro alternativamente la entrada del café y mi celular para checar la hora. Sabes que odio que llegues tarde, aunque yo, impuntual por excelencia, esta noche he llegado muy temprano.
Algunas
miradas indiscretas me miran fugazmente, cruzo la pierna para apenas dejar que
se asome el liguero que sostiene mis medias negras, medias de puta dirían mis
amigas. Siento el frio forro de la gabardina que traigo puesta acariciar mis hombros desnudos, mi propio olor a
perfume me embriaga.
Te veo
entrar, te detienes un momento en la puerta y me buscas con la mirada. Tu cara se ilumina y tus pupilas se
dilatan. Te acercas por entre las mesas
y te quedas de pie. Con un gesto te
indico que te sientes. No hablas, pero
por tu respiración percibo que estas nervioso, así que tomo tu mano y la dirijo
a mi pierna guiándola por encima del liguero y por debajo de la gabardina. Tu mano se detiene al sentir que mi piel se
estremece con tu contacto. Miras
insistentemente al piso sin atreverte a levantar la mirada. Mirada que adivino esta acariciando mis
tacones rojos.
No me percato
cuando llega nuestro invitado por estar atenta a tus reacciones. El se sienta
sin ninguna ceremonia y me saluda con un sensual beso en los labios, su barba
hace cosquillas. Comenzamos a hablar de trivialidades, que si el clima, que si
el trafico… todo sea por hacer un poco menos tenso y disminuir el ansia del
momento.
Después de un
rato decidimos que ya es momento de retirarnos, tú me entregas una pequeña
llave que yo me cuelgo en el cuello.
Nuestro invitado ríe al imaginar que es lo que abre esa llave.
Me pongo de
pie y salgo seguida por ambos hacia la calle.
Tu me abres la puerta del conductor y subes a la parte de atrás del
automóvil. Nuestro invitado sube de copiloto.
Al sentarme
la gabardina se abre y deja al descubierto que solo traigo el liguero,
inmediatamente nuestro invitado mete dos de sus dedos para tocar y comprobar
que tan húmeda estoy. Los saca y se los
lleva a la boca saboreando mi humedad.
Nos vamos
hacia el hotel, es uno de esos nuevos que tienen todo tipo de muebles y tubos
que invitan a tantas posibilidades, te indico que te sientes en un rincón, pero
me aseguro que desde ese lugar puedas observar perfectamente toda la
habitación.
De mí maleta
comienzo a sacar diversos juguetes que voy acomodando sobre la cama: un
antifaz, un vibrador sencillo, un dildo doble, un flogger y por supuesto
cuerdas.
Nuestro
invitado se acerca y me quita la gabardina dejándome desnuda solo con el
liguero, las medias y los tacones rojos.
Me lleva hacia los tubos que están al pie de la cama y me ata las manos
por encima de la cabeza, justo antes de que me cubra los ojos, te ordeno que
saques tu verga de tus pantalones. Veo
como la sacas y lo pequeña que se ve enjaulada en ese artefacto de castidad
cuya llave me entregaste antes. Me
sonrió con malicia anticipando lo que te pasará en unos momentos.
Quedo cegada
y siento los azotes que comienzan a estrellarse sobre mi espalda, en un momento
se detienen y separan mis piernas para insertar un vibrador, se que debo
sostenerlo, pero las vibraciones no hacen que sea muy sencillo. Mientras lucho por que este no se salga los
azotes siguen estrellándome en mi espalda.
Siento una mano jalándome el cabello para obligarme a echar la cabeza
hacia atrás.
-Te gusta
verdad cabrona?-
Solo alcanzo a gemir como respuesta.
-Eh! Tú!, ya viste como gime tu mujer, es una puta!
-Eh! Tú!, ya viste como gime tu mujer, es una puta!
Y siguen sintiéndose los azotes por toda mi
espalda. Justamente cuando siento que
voy a explotar en un orgasmo, retira el vibrador de golpe.
Me escucho suplicar, pedir que me lo vuelva a meter, le digo que lo necesito dentro, que soy una puta que necesita estar con una verga dentro. A lo lejos escucho tu respiración entrecortada e imagino tu erección tratando de escapar de su jaula de castidad.
Me escucho suplicar, pedir que me lo vuelva a meter, le digo que lo necesito dentro, que soy una puta que necesita estar con una verga dentro. A lo lejos escucho tu respiración entrecortada e imagino tu erección tratando de escapar de su jaula de castidad.
Ahora siento unos
dedos separar mis nalgas y untar algo húmedo en la entrada de mi ano, supongo
que es lubricante así que imagino lo que sigue.
Y si, no me
equivoco, el dildo doble es introducido con fuerza en mi interior.
Lanzo un
grito de dolor y sorpresa. Siento el
dildo moviéndose, el dolor que pude haber sentido se esfuma dando pasos a
oleadas de placer hasta que llego a un punto sin retorno y me olvido de todo lo
que hay alrededor, mi cuerpo se convulsiona, siento cada milímetro de mi piel
erizada y mi respiración entrecortada.
Me pierdo en el placer.
Todo se queda
en silencio, te imagino a ti sentado en tu rincón y lo imagino a El viendo mis
marcas en la espalda como si de una obra de arte se tratara. Siento sus dedos dibujándolas una a una hasta
que se detiene completamente.
De pronto, escucho la puerta azotarse.
Escucho como
te levantas y te acercas lentamente, me retiras el dildo doble, me desatas las
manos y estando aun vendada me guías a la cama y me recuestas en ella. Me retiras el antifaz y me topo con tu
mirada. Me arranco la llave del cuello y te la entrego para que liberes tu
erección. Te montas en mí y me haces el
amor dulcemente.